jueves, 17 de mayo de 2012

DROGAS, ESCUELA Y FORMACION


Una lectura sobre el conjunto de propuestas que, desde el campo de la prevención de drogas, se realiza como respuesta a la demanda social genérica de controlar el consumo de psicoactivos, permite establecer tendencias que se pueden inferir de las preguntas antes enunciadas. Tendencias que, desde la Teoría de Sistemas pueden enunciarse y agruparse en tres grandes paradigmas de lectura de la realidad: propuestas en perspectiva cerrada, propuestas en perspectiva semi-abierta, y propuestas en perspectiva compleja. Tales propuestas definen, de manera diversa, su concepción sobre variables como son: las drogas, el consumo, la educación preventiva, y la prevención en la escuela, entre otras. Para efectos de este artículo restringimos el análisis a dichas variables.
Nuestra hipótesis es que el predominio de perspectivas cerradas o de perspectivas semi-abiertas frente al tema de las drogas y su consumo ha derivado en el paulatino agotamiento de las  estrategias educativas y preventivas que, frente a tal acontecimiento, se adelantan en nuestro medio, y que, por el contrario, la entrada en escena de alternativas basadas en una mirada compleja del asunto parece tener mejores posibilidades, en tanto potencian al sujeto y su capacidad de discernimiento frente a las ofertas de consumo, al tiempo que le apuestan a la transformación de entornos socializadores en ámbitos de construcción de sujetos en cuanto agentes humanos.
El acontecimiento drogas en la escuela -pero no sólo éste- trae consigo la presencia de procesos socioculturales emergentes, que entran en tensión, y en ocasiones en competencia, con un modo predominante de institucionalidad escolar cuyos fines y dispositivos, tanto en organizativo como en la llamada cultura escolar, han privilegiado formas de socialización homogeneizante, centradas en la transmisión y reproducción de roles sociales preestablecidos (hombre /mujer, adulto /niño, patrón / empleado, maestro / alumno, entre otros), y de comportamientos basados  en una moral habitual, así como en procesos de enseñanza estandarizados y dirigidos hacia resultados preestablecidos. El efecto de este modelo de escuela ha sido la invisibilización del individuo con sus intereses, necesidades y problemas; debilidad en el reconocimiento de la diversidad -cultural, de género y generacional; pérdida de interés de los jóvenes por el  conocimiento; la escasez y simplicidad de alternativas de equidad y solidaridad frente a alumnos y alumnas que se encuentran en situaciones de riesgo, como son las que generan en este contexto la presencia de las drogas.

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